16 March 2012

Alegato y arrebato contra la tristeza. De fuego.


Queridos amigos,
(Por Jose M.  Ferro)
Uno escribe en los momentos en los que hierve la sangre. Pues así estoy yo. Os quiero acercar un par de reflexiones, nada novedosas por cierto, de las que allá por el segundo párrafo ya tendréis cuenta y podréis abandonar el texto si me pongo pesado.

Ayer me llegaban unas fotos a travös del Whatsapp  en las que mi primo Daniel (gracias Dani) me transmitía como un fuego asomaba por la falda trasera de la montaña. Poco mas tarde en facebook veía como otra prima mía colgaba una foto en la que esta vez ya se veían llamas cercanas, y por ultimo, ya por la noche, pude ver la foto en la que las llamas prácticamente se comían la cámara. Es, o era, mi pueblo. Es la señal del final del invierno. Llega el fuego arrasador de todos los años. No hay cabida para la rabia. Desde siempre, para mi, esta desgracia perpetua solo es comparable a la desaparición de un ser querido. Con el agravante de la intención. El azar ha hecho que haya terminado hace unos días la novela "gracias por el fuego". Maravilloso Benedetti, como siempre. El protagonista termina quitándose la vida. Como si fuese una alegoría lo he visto. Con el fuego nos quitamos la vida. Y así desde seculum seculorum. Pronto no habrá madera, y aquella pegatina que promocionaba Galicia como "la esquina verde" pertenecerá a mejores tiempos, en los que la locura, la estulticia y el hijoputismo todavía no habían invadido la psique. Por que es que el fuego, como siempre, es provocado. Siempre me vienen a la mente aquellas palabras en la introducción de "Galicia, Galicia", de Manuel Rivas, en las que como prologo a un relato particular de la reciente historia política Gallega, apuntaba acertadamente que el gallego no es un pueblo conservador a pesar de lo que apuntan las urnas, ya que conservador es aquel que conserva y mantiene lo que tiene, fruto de un apego a su cultura, tradición y situación en el mundo. Esta no es claramente la situación de los que salen bidón de gasolina en mano a provocar estas desgracias. Evidentemente no quiero generalizar aunque lo parezca. Solo son unos pocos. Pero parece que nos pueden. Asco vomitivo que provoca las arcadas mas profundas me da pensar que entre las que debería considerar mis gentes, aunque solo sea por gentilicio del lenguaje, se encuentran no pocos que tienen el valor de quemar plantas, árboles y montes. Mi escasa memoria no me impide recordar cuando de pequeño vi por primera vez arder el monte de mi pueblo. Esas llamaradas de treinta metros que se agitaban violentamente devorándolo todo y empujaban sacudidas de aire hirviendo hacia la cara que tenias que retirar inmediatamente cerrando los ojos en un reflejo. Volvías la cabeza y a seguir con aquellos rudimentarios inventos hechos con ramas de retama a golpear sin cansancio el suelo para evitar que las llamas avanzasen. El sudor a borbotones. Tenias que vestirte con varios jerseys y las botas para aguantar el calor. Y aquel sonido del fuego, crujía, continuo rompedor, desintegrador revelador de la fragilidad de las plantas y árboles. Parecían quejarse en un suspiro continuo, terrorífico, desconsolador. Las plantas de los pies ardian. Nunca he dejado de imaginarme a estos individuos incendiarios siendo arrojados a ese fuego y escuchar como arden con ese mismo crujido, con ese mismo calor abrasándoles la piel hasta oler a chamusquina de carne de cerdo. La inquisición del fuego hacia falta aquí de nuevo. A la hoguera con ellos.

Mientras tanto el pueblo que era verde, es negro. El árbol que daba sombra, ya no la da. El bosque en el que jugábamos ya no está. Los árboles que nacían y asomaban para reemplazar a sus mayores, han sido arrasados. Madera no habrá. El suelo no se fijará. Las lluvias lo arrastrarán. Los árboles lo tendrán mas difícil para volver. El granito asomará en la cumbres. Las montañas se desnudaran. Un poco mas. Preferirán el color gris oscuro de la roca, al verde vegetal intenso para vestirse. Los paramos sin vegetación sustituirán a los bosques de antaño. Primero sobre el terreno, luego en la memoria. Algún día nunca habrá habido tal Galicia verde. Nunca. Quien se acordará. Volverán las golondrinas, que decía Becquer, cada vez menos.

Y ayer, lo que son las cosas, me explicaba un enólogo promocionando Ribera de Duero en Alemania que en España no hay madera, que pagan entre 600 y 1500 euros a los franceses por cada barrica de roble. El roble se acabo allá cuando hicimos la armada, a la postre no tan invencible. Así están las cosas. Y así seguimos, desde hace 500 años. En Francia se obliga a plantar dos robles por cada uno que desaparece. En fin.

Al mismo tiempo alguien rebota en facebook un mensaje de Arturo Pérez Reverte. Es una declaración en la que se pide la adhesión firmada para reclamar a nuestros gobernantes una serie de medidas, que vienen a resumirse en que dejen de prevaricar, que tengan mas vergüenza, no roben. Reclamando una especie de " a las barricadas" del pueblo. Se puede esperar una acción de barricadas responsable, motivada, organizada de un pueblo que cuenta entre sus filas a no poca gentuza con una lata de gasolina y un mechero bajo el brazo dispuestos a quemar lo que sea? Lo dudo.
Decía Einstein que no debemos pretender que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. Que la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. A ver si es verdad y esta crisis personal de valores (que es la mas importante de las crisis) trae de una vez un despertar.

El ultimo mensaje de Dani en facebook: "Esta todo arrasado. Todo!!!!"

Me quedo con la misma sensación que deben tener los que ven que un terrorista le roba la vida de un ser cercano. Rabia, impunidad. En el rural los árboles son tu casa. Te han quemado la casa y se han quedado tan anchos. No pasa nada. No habrá ninguna revolución, ninguna acción violenta. Si, reclamo violencia. Violencia explicita contra estos terroristas incendiarios. Si, son terroristas. Deben ser extirpados de la sociedad. Como sea. Lapidados, quemados vivos. Torturados hasta que el cansancio y el dolor los desarme. Asfixiados en su humo. Muertos por sus llamas. Quemados lentamente. Incendiarios terroristas que causan terror al llevar las llamas a la puerta de tu casa y a la de tus mas cercanos. Son tan terroristas como esos otros de los que tanto se habla. Siempre impunes, siempre libres. Siempre al acecho. Queman el futuro. El de todos. Acaban con la naturaleza de la que dependemos. Hijos de la gran puta. Ojala el infierno os tenga reservadas llamas como las que habéis causado.
Y quien se acordara ahora de los árboles en este tiempo de crisis? Solo estamos en Marzo. Todavía estamos en Marzo. Mis montes de toda la vida, descansen en Paz. Los castaños centenarios, descansen en paz. Aquel verde frondoso, descanse en paz. El Souto de las castanhas, descance en paz.